Análisis de Vampire: The Masquerade – Bloodlines

Iniciamos la sección de títulos venerables en la que repasaremos alguno de los juegos de antaño que han marcado nuestra existencia jugona. Como un fanático del oscuro universo creado por White Wolf, no he podido resistir la tentación de rescatar esta adaptación del juego de rol que llegó a nuestros discos duros en 2004.

Mundo de Juego

Para empezar, hay que hablar de las fuentes de inspiración que trajeron a la (no) vida este juegazo de Troika Games y Activision. Para ambientar su proyecto de juego de rol, los desarrolladores optaron por la licencia de Vampiro: La Mascarada, un juego de rol publicado por White Wolf en 1991 y que revolucionó las mesas de los lanzadados durante toda una década.

Este juego nos ponía en la piel de un Vampiro en un mundo, reflejo oscuro del nuestro, llamado Mundo de Tinieblas. La idea era crear un juego de horror personal en el que el monstruo fuera el jugador, y tuviera que enfrentarse a decisiones imposibles, que llevaban de forma ineludible a su degeneración moral.

Jugabilidad

Vampire: The Masquerade – Bloodlines es un juego de rol en primera persona en el que encarnaremos a un Vástago; uno de los no muertos que pueblan el Mundo de Tinieblas. Encarnando a un vampiro de uno de los los siete clanes de La Camarilla, deberemos abrirnos paso a través de la versión más tenebrosa de Los Ángeles. Nos enfrentaremos a fantasmas, hombres lobo, cazadores y a otros chupasangres.

La mecánica es similar a la de muchos RPG. Crearemos un personaje y a medida que cumplamos misiones obtendremos puntos de experiencia con los que mejorar nuestras habilidades mundanas y sobrenaturales. Sin embargo, dependiendo de el clan que escojamos (Brujah, Gangrel, Malkavian, Nosferatu, Toreador, Tremere o Ventrue), la experiencia de juego cambiará. Dado que los habrá más orientados al sigilo, el combate o la interacción social. La reacción de los habitantes del mundo de juego también se verá modificada no sólo por nuestros orígenes, sino por nuestras decisiones y lo bien que sepamos desenvolvernos en el juego.

Sin embargo hay dos factores que dificultan nuestra tarea:

La Mascarada

La ley inquebrantable que prohíbe a los Vástagos revelar su existencia a los mortales. Cada vez que realizamos una acción que desvela nuestra naturaleza sobrenatural ante testigos, perderíamos un marcador de Mascarada y, en caso de perderlos todos, el juego terminaría. Esto hace la partida especialmente difícil para los Nosferatu, un clan de vampiros monstruosos, cuya sola apariencia rompe la Mascarada y que nos obliga a jugar usando alcantarillas, callejones y otras vías secundarias.

La Humanidad

Que nos separa de La Bestia, la encarnación de los peores impulsos de los no muertos. Cada vez que cometemos acciones claramente inmorales nos exponemos a perder humanidad y en caso de perder toda la partida finaliza. No solo éso, cuanto más baja es la humanidad, más fácil es caer en Frenesí y perder el control del personaje en situaciones de hambre o peligro.

El único punto negativo que le encuentro es que, al final, por mucho que dispongamos de herramientas para usar el sigilo o la persuasión para facilitar las cosas, habrá momentos en los que la única forma de salir del paso serán las balas, las garras y los colmillos. Al final da la sensación de que se han incluido «mazmorras» en las que mantenernos entretenidos con oleadas de enemigos y que se podría haber invertido tiempo de desarrollo en más misiones de investigación e interacción social.

Apartado Técnico

El título cuenta con una calidad gráfica notable para la época de su salida. Además, ofrece múltiples escenarios que retratan zonas icónicas de Los Ángeles y que tendremos que transitar para desvelar todos los secretos del Mundo de Tinieblas.

Conclusión

En mi opinión Vampire: The Masquerade – Bloodlines es un juego imprescindible y, pese a su antigüedad, debe estar en la biblioteca de todo amante de los RPG. Y, teniendo en cuenta que se ha anunciado el lanzamiento de la segunda parte, aconsejamos a los que no lo hayan jugado que lo prueben y a los que ya lo han disfrutado, que se adentren de nuevo en el Mundo de Tinieblas.

Foto del autor

Zaphariel

Amante de los juegos de rol y videojuegos, filólogo frustrado, corrector ocasional, recreador histórico y friki ante todo. Con este trasfondo realizar crítica y análisis de mis hobbies es casi una segunda naturaleza y así he terminado colaborando en PCGamia.